Entrevista en «El mercantil valenciano»
¿»Vinagre y Rosas? es el disco que habías soñado? ¿Cómo ha sido la colaboración con el poeta Benjamín Prado y el grupo Pereza?
Uno siempre sueña las canciones de una manera y confía en no sentirse traicionado con el resultado final. Aquí la colaboración con Benjamín ha sido una de las mejores cosas que me ha ocurrido en la vida pues yo me encontraba en un momento en que tenía muchas dificultades para escribir y a él lo había dejado su pareja. Entonces, quedamos a cenar, nos emborrachamos y descubrimos que podríamos trabajar juntos. Nos fuimos a Praga, y allí en una semana, escribimos 13 o 14 canciones. Desde entonces cada vez que nos vemos, nos damos un montón de besos y abrazos, y saltamos de felicidad. Por contra a Pereza, yo los conocía por mi amigo Guti, el futbolista, que es un gran admirador del grupo. Y los incluímos porque cuando teníamos acabado el disco, nos dimos cuenta que había quedado demasiado tristón, y a mí ese estilo rockero de barrio me gusta mucho.
He leído críticas terribles de tu disco, me sorprende, cuando el público lo ha acogido de forma formidable, ¿has leído alguna crítica que te haya aportado algo?
En 40 años de carrera como tu comprenderás ha habido de todo. Pero, en general, siempre los críticos me han puesto muy por encima de lo que soy realmente. Eso sí, a veces te encuentras con el más listo de la clase, ese que me hace reír mucho, que para impresionar a su novia te hace una crítica mala. Esos, ya digo me hacen reír, porque encima conozco a sus novias (carcajada).
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Rubén «Joaquín es el grande de la canción española, el gran letrista. Hemos tenido una gran relación con él y todo fue bueno en el estudio: lo relajado de su forma de trabajar, verle terminar las letras, sentado aparte con el cuaderno entre las rodillas. Como si ves a Keith Richards afinar una Telecaster de cinco cuerdas. Una imagen muy fuerte para nosotros, algo increíble»