Las mujeres de Sabina

Amante incondicional del género femenino, Joaquín Sabina ha sabido utilizar sus dotes como músico para conquistar a bellas mujeres. Es tiempo de conocer a las damas más importantes de su vida y quién fue la argentina que le rompió el corazón…

No han faltado, ni faltarán, oportunidades en que Joaquín Sabina, le cante a las mujeres, sus grandes musas inspiradoras, dos de las cuales, quizás las más reconocidas, han sido argentinas: su primera y única esposa, la argentina Lucía Inés Correa Martínez, y Paula Seminara, la jóven bonaerense que le rompió el corazón al abandonarlo.

Una vez finalizado el bachillerato, con diecisiete años, Joaquín se inscribió en la Facultad de Filosofía y Letras para comenzar los estudios de Filología Románica pero su espíritu idealista y un marcado sentimiento revolucionario lo llevarían a participar en un acto de lucha callejera y, en 1970, colocó, en compañía de unos amigos, un cóctel Molotov en una sucursal del Banco de Bilbao en protesta por el Proceso de Burgos.

Exiliado en Londres conoció a la argentina Lucía Inés Correa Martínez, con quien regresó a España un tiempo después. «Era un hippie total y me quería suicidar por tener que ir al ejército. Entonces me enteré de una fórmula: si te casabas, podías ir a dormir fuera del cuartel todas las noches. Inmediatamente llamé a todas las chicas que conocía. Y ella fue la única que me dijo que sí. El matrimonio duró lo que duró la milicia: muy poquito», confesó el genial músico, quien se casó por primera y única vez el 18 de febrero de 1977.

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Por su parte Isabel Oliart es la única que lo ha convertido en padre ya que con ella tuvo a Carmela y Rocío, a quien le escribió la canción Ay, Rocío, incluida en Alivio de luto, su último material discográfico. «.Sufro tu adolescencia como una insolencia que disfruta volviéndome loco.», expresa el músico en la melodía.

«Ahora tengo una magnífica relación con ambas, porque tienen 15 y 16 años. Aunque es una edad imposible, entienden el humor y puedo hablar con ellas. Se vienen a dormir a casa y les encantan las giras. Cuando eran pequeñas no sabía cómo tratarlas, les hablaba como si fueran adultas, y ellas me hablaban como si fuera un imbécil».

Joaquín Sabina

Otro de los amores importantes de Sabina fue Paula Seminara, la protagonista de Dieguitos y Mafaldas, una de las mejores canciones de 19 días y 500 noches. Con ella estuvo durante un año y medio pero un buen día, en la habitación número 1530 de un lujoso hotel, todo acabó. «Conocí a Joaquín en un recital. Fui de casualidad, había comprado una entrada para regalársela a un amigo, y sobre la hora él no pudo ir. Yo ni siquiera conocía las canciones», confesó Paula.

«Fuimos muy felices pero apareció Ariel, mi actual novio, cuando Joaquín estaba en España, yo me sentía sola… Bueno, me enamoré», admitió la joven estudiante de Ciencias Económicas.

«De González Catán a Tirso de Molina, qué trajín, de España a la Argentina, qué meneo qué vaivén, qué ajetreo, qué mareo, qué ruina ¿Y por culpa de quién? Del amor de una mina, ¿Y total para qué? Si al final se rajó con un pibe, que le prohíbe a mi ex ir a verme al Gran Rex, cuando estoy de visita, no sea que Paulita se ponga a llorar, al oír su milonga.», describió la relación Joaquín en Dieguitos y Mafaldas.

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Ahora el genio de Úbeda pasa sus días con Jimena Coronado, una fotógrafa peruana a la cual conoció en 1999 y lo ayudó a superar su infarto cerebral y posterior depresión causada por sus problemas de salud. A ella le dedicó Rosa de Lima que editó en su álbum en vivo Nos sobran los motivos y la describe así: «Jimena es una mina antipersonal, se acuerda de quererme cada dos años mientras yo me las apaño para olvidar.».

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